«Todos los días se oye hablar de la polución del aire, todos los días la gente se queja de los humos de las fábricas, de los gases de combustión de los vehículos… Pero ellos mismos, individualmente, ¿qué hacen a menudo? ¿Es que no dejan de envenenar la atmósfera física con emanaciones tóxicas: sus pensamientos y sus sentimientos de odio, de celos, de cólera? Hay que saberlo: todo lo que fermenta en cada uno como pensamientos, sentimientos y deseos malsanos, produce exhalaciones pestilentes y asfixiantes.

Si existieran laboratorios equipados con aparatos suficientemente perfeccionados, podríamos verificar que ciertas emanaciones humanas están tan contaminadas e impuras que tienen, en el mundo físico, una influencia tan tóxica como los gases asfixiantes. Y también podríamos hacer la constatación inversa: que las emanaciones de un ser espiritual son extremadamente benéficas para toda las criaturas. Porque ha triunfado sobre sus debilidades, un ser tal, con su presencia, actúa favorablemente sobre todos los que le rodean. Si la atmósfera física de la tierra todavía no se ha vuelto irrespirable, es porque existen hombres y mujeres desinteresados y llenos de amor que han consagrado su vida a la paz y a la luz.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Badalona, 8 febrero 2016 (cortesía de Carmen Torres)