“Cuando vemos lo que la mayoría de las personas llaman libertad, es en realidad la palabra «licencia» o «libertinaje» la que con frecuencia sería más apropiada. ¡Cuántos quieren ser libres para dejarse llevar por la pereza, los placeres, las pasiones, sin darse cuenta de que es precisamente ahí donde se limitan y se convierten en esclavos! La verdadera libertad no se obtiene despojándose de todas las restricciones, se obtiene haciéndose servidor, si, pero servidor de Dios.

La predestinación del ser humano es encontrar la Divinidad que mora en él y de ponerse a su servicio.  Porque cuando la Divinidad haya penetrado profundamente sus facultades físicas, psíquicas y espirituales, entonces será verdaderamente libre, libre y creador.  Hay algo esencial a comprender. Aquel que se pone al servicio del Principio divino no sirve a algo o alguien exterior a él; es por lo que no sólo no pierde su libertad, sino que por el contrario la conquista. He aquí uno de los principios fundamentales de la religión verdadera”.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: O Couso (Lugo), febrero 2018 (cortesía de Koldo Aldai)