«Atender las pequeñas cosas o grandes que nos toque hacer, intentando hacerlo limpios de ánimo y con los pies en la tierra y la mirada en el cielo es quizás la mejor contribución que podamos dar al mundo.

Si, efectivamente, las manos en la obra y la mente conectada con lo Alto, y lo que decía Vivekananda: «Haz, haz, haz, pero que ni una sola onda de inquietud alcance tu cerebro».”

Conversación con Ramiro Calle, 9 de febrero de 2018. Imagen: Tibet 1936-47, pintura de Nicholas Roerich