«Para salir de los límites de su conciencia, el discípulo de la Ciencia iniciática debe aprender a proyectarse muy alto, hasta el Ser sublime que abraza y alimenta a todas las criaturas: se pregunta cómo ese Ser ve el futuro de la humanidad, cuáles son sus proyectos para ella, para su evolución, no sólo en un futuro cercano, sino también y sobre todo en un futuro remoto. Y porque trata cada vez más aproximarse a este Ser inmensamente grande, luminoso y perfecto, consigue poco a poco salir de sí mismo. Se realiza un trabajo en su interior, en su subconsciencia, en su conciencia, y en su supraconciencia, y lo que entonces vive como sensaciones y experiencias es inexplicable.

Esta práctica es una de las más saludables para el discípulo; realizándola cada día, se aleja de su yo limitado para fundirse en ese océano de luz que es Dios. Es ahí donde recibe el verdadero conocimiento y descubre la libertad. «

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: valle de Benasque (Huesca), 14 febrero 2021, cortesía de Carlos Bravo Suárez