“La vida cotidiana de los humanos es un encadenamiento ininterrumpido de preocupaciones y de actividades que les proyectan a la periferia de su ser. Llegan exhaustos al final de la jornada, con la sensación de que en lugar de aportarles algo constructivo, esas actividades les han vaciado. ¡Cuántas veces vosotros mismos habéis experimentado esto!
Para romper este engranaje que os agota, pensad varias veces durante el día en hacer una pausa : permaneced algunos minutos en silencio, pero un silencio intenso, vivo, un silencio en el que vuestra alma y vuestro espíritu puedan concentrarse en el Creador, la Fuente de la Vida, dirigirse a ella. Ejerciendo así regularmente vuestra facultad de concentración, llegaréis a escapar, al menos por algunos instantes, a los pesares y nerviosismo de la vida cotidiana, y estaréis mejor armados para afrontar las dificultades que os esperan. Constataréis entonces cuán útil es saber desprenderos, de vez en cuando, de toda preocupación concentrando exclusivamente vuestro pensamiento en el mundo divino.”
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: atardecer en provincia de Toledo, septiembre 2017, cortesía de Carchín Oriol