«Cuanto más os conectáis a la Fuente divina, tanto más atraéis a vosotros a entidades luminosas que vienen a ayudaros y a sosteneros. Y así os reforzáis, os volvéis radiantes, dueños de vosotros mismos, y poseéis las claves poderosas de la realización. Si algo debéis temer, es hacer algo que aleje de vosotros a estos obreros divinos, porque cada falta produce emanaciones oscuras, nauseabundas, que estos amigos invisibles no pueden soportar.

Una sola cosa les atrae: la atmósfera pura, armoniosa, creada por un ser que ha llegado a poner a Dios en la cima, en el centro de su existencia, y que reza, que medita para conservar la conexión con esta cima, con este centro. Poco a poco, su alma se abre hasta sentir, hasta ver incluso a estos obreros celestiales que hacen fluir sobre él las aguas del río de vida y le iluminan con sus rayos.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos Cotidianos, Editorial Prosveta Imagen: ibón de Trigoneiro (Huesca), 20 julio 2020 (cortesía de Carlos Bravo Suárez)