«Ahora que os habéis comprometido en el camino divino, debéis seguir incansablemente vuestra marcha. Los obstáculos ceden uno tras otro ante aquél que no se detiene en el camino, porque ha puesto en movimiento las poderosas leyes de la vida.
La vida espiritual es como la ascensión a una alta montaña. Por esos senderos arduos, escarpados, es imposible que no paséis por momentos de debilidad, de desánimo, o incluso de caída, pero ésta no es una razón para deteneros. Durante algunos días quizás os sintáis morir, y después resucitaréis. Si. En el más profundo de vuestro desánimo, debéis aferraros a este misterioso resplandor que todavía permanece en vosotros. Os dice que a «la muerte» que estáis viviendo seguirá una resurrección. Nadie mejor que vosotros mismos puede socorreros, porque todos los poderes están en vosotros.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Camino del Salvador (León), 17 julio 2021, cortesía de José Antonio Cuñarro