«Cualquiera que sea el estado en el que os encontréis, incluso el más miserable, sed valientes, porque una gran herencia, una herencia divina os espera. Si hasta ahora no habéis tomado posesión de ella, es porque todavía no sois mayores. No es posible conocer la fecha, pero lo que es seguro, es que cuando alcancéis la mayoría de edad, la recibiréis. Quizá sea dentro de veinte o treinta años, o quizá en otra encarnación… Diréis: «Pero ¿cómo podrán encontrarme? Habré cambiado de país, de nacionalidad…» Podéis cambiar todo lo que queráis, pero las entidades celestiales siempre os encontrarán.
Por lo tanto, pensad cada día en esta herencia divina, y este único pensamiento actuará muy favorablemente en vosotros. Y, esperando, trabajad. Todo lo que pueda prometerse a los humanos, nunca satisfará la inmensidad de sus deseos. Una mujer o un marido, una casa, un pequeño jardín, un coche… ¿qué son? Incluso cuando lo poseen, todavía están insatisfechos. La inmensidad, el infinito, la eternidad, esta es la verdadera herencia, la única capaz de llenar su corazón.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Santander, 4 julio 2017