«La pena, la tristeza, el desaliento son impurezas que dejáis penetrar en vosotros y que perturban vuestro organismo psíquico, como el veneno u otras sustancias tóxicas perturban vuestro cuerpo físico.

Si sabéis cómo usar los poderes del agua, podéis remediar esos estados. Observad cómo fluye el agua, escuchadla: ya sea un manantial, un arroyo, una cascada, el agua que fluye libera el plexo solar arrastrando los elementos oscuros que le perturbaban. Porque el agua que fluye es la imagen de la renovación perpetua de la vida y, al mirarla, recibimos sus influencias. Por supuesto, en la ciudad, en la vida cotidiana, no es fácil encontrar fuentes y cascadas, pero entonces, ¡abrid un grifo! Es menos poético, pero también puede ser eficaz. Lo esencial es concentrarse en el agua que fluye.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Río Miño en Portomarín (Lugo), 11 junio 2021, cortesía de Estela Gómez