«Os encontráis en la calle, y de repente pensáis que tenéis que comunicar algo muy importante a un amigo. Entonces entráis en una cabina telefónica y allí, cerráis la puerta para aislaros y no ser molestado por el ruido. Ahora queréis rezar, dirigiros al Señor… Pero ahí, es más difícil porque, para obtener el silencio, el lugar en donde debéis entrar se halla en vuestro interior. Una vez os halláis ahí, también debéis cerrar la puerta detras vuestro. Cerrar la puerta significa no dejar entrar dentro preocupaciones, pensamientos, deseos ajenos a la oración. Solamente cumpliendo esta condición podréis entrar en contacto con el Señor y oír su respuesta. Por eso Jesús decía: «Cuando reces, entra en tu habitación, cierra la puerta, y reza a tu Padre que está en el lugar secreto.» Todos tenemos en nuestro interior puertas que debemos aprender a cerrar.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Imagen: “Bogdo Ula”, pintura de Nicholas Roerich, 1927