«Bajo el pretexto de independencia y de libertad, muchas personas se niegan a participar en la vida colectiva. Pues al contrario, estas personas no saben hasta qué punto se limitan. Como los niños, se mueven en el estrecho círculo de sus sentimientos, de sus deseos, y de sus codicias. ¡Qué pobreza, qué miseria! Este estado de limitación es normal en el niño, pero no lo es en el adulto.
El adulto debe mostrarse capaz de pensar en los demás seres: primero, por supuesto, en su familia, pero también en los vecinos, en los amigos, en los compañeros de trabajo, los conciudadanos… pero aún así, esto es muy poco. El círculo debe ampliarse cada vez, más allá de la patria, de la raza, extenderse a toda la humanidad… hasta abrazar el universo, el infinito… Son raros los seres que han logrado salir de todas las limitaciones, aquellos cuyos pensamientos y deseos tienden hacia la universalidad, pero es en este sentido que hay que esforzarse en trabajar.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: “Voice of Mongolia”, pintura de Nicholas Roerich, 1937