«Tener fe, significa realizar cada día experiencias que nos permiten sentir la realidad del mundo divino. Porque la fe, también se alimenta. Se alimenta a medida que tomamos conciencia de las riquezas que Dios ha depositado en todo lo que nos rodea: la tierra, el agua, el aire, la luz del sol, y nos esforzamos en trabajar con ellas. ¿De qué sirve recitar y cantar que creemos en «Dios, creador del cielo y de la tierra», si no hacemos nada para que ese cielo y esta tierra nos ayuden a reforzar nuestra fe en Él? Sois inconscientes, negligentes, superficiales, cortáis la unión con la Fuente de la vida, y después decís: «Nada tiene sentido, Dios no existe.»

En realidad, si ya hacéis el esfuerzo de respirar y de comer conscientemente, de caminar y hacer ciertos gestos conscientemente, un sentido os aparecerá y sentiréis el poder divino. No hay nada como las experiencias, ellas son las que afianzan vuestra fe… Cuando hayáis hecho ciertas experiencias, os veréis obligados a sentir, en vosotros y alrededor vuestro, la presencia de este Ser sublime, creador del universo.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Villarmentero de Campos, Camino de Santiago Francés,  (Palencia), 2 junio 2018 (cortesía de Jesús Cacho)