«El Cielo no exige a los humanos que sean perfectos, sino que trabajen en su perfeccionamiento. Cada uno debe decirse un día: «Ahora, debo sembrar semillas en mi alma, es decir, pensamientos de luz y de amor por un alto ideal… Y no dejaré de cuidar estas semillas, de calentarlas, regarlas y de alimentarlas con todo lo que mejor poseo. He comprendido que el universo está regido por leyes; la primera de esas leyes es que toda semilla acaba por dar sus frutos, por lo que intentaré no sembrar más que semillas de buena calidad.» Y esto es verdaderamente tener fe: estar convencido de que toda semilla sembrada en el suelo de vuestra alma dará frutos.

Así pues, cualquiera que sea vuestra religión: el cristianismo, el islam, el judaísmo, el hinduismo, el budismo, etc., mientras no comprendáis este principio universal, mientras no lo apliquéis, no tenéis fe, sino sólo creencias que no podrán llevaros muy lejos. O más bien sí, podrán llevaros muy lejos, pero a la pereza, a los fracasos, al desánimo, a la rebeldía, etc.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Imagen: Bhutan, mayo 2010