«Cuando salís de casa, por la mañana, para asistir a la salida del sol, pensad ya que vais al encuentro de un ser que está vivo, como está viva toda la naturaleza a vuestro alrededor: los pájaros, los animales, los árboles, las flores… Porque la vida, es el universo entero poblado también de una infinidad de criaturas invisibles pero reales. Entonces, dirigidles un saludo: decidles que les estáis agradecidos por esta nitidez de la mañana y por todas estas existencias que se están despertando.
En este organismo vivo y consciente que es la naturaleza y al cual pertenecemos todos, sabed también que una multitud de entidades se hallan dispuestas a contribuir a la evolución de la humanidad. La tierra, el agua, el aire, el fuego y las entidades que los habitan, han jurado ante el Eterno ayudar a todos aquellos que trabajan para convertirse en criaturas de paz, de armonía y de belleza. Así pues, pedidles que vengan a participar en el advenimiento del Reino de Dios sobre la tierra: un día, millones de espíritus se pondrán en marcha para trabajar en los corazones y en los cerebros humanos, y el Cielo reconocerá en vosotros un constructor de la nueva vida, una fuente, un hijo, una hija de Dios.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: excursión a los ibones de Ayanet (Huesca), 12 junio 2021, cortesía de Carlos Bravo Suárez