«Para conocer el amor, sentir el amor, vivir el amor y dar amor, debemos trabajar en desarrollar armoniosamente nuestro intelecto, nuestro corazón y nuestra voluntad.

El amor verdadero no es sólo un sentimiento, el amor verdadero es un estado de consciencia, el más elevado que pueda alcanzar un ser humano. Es la consciencia divina en su plenitud, y no se ha concedido a todo el mundo vivir esta experiencia, es incluso muy rara. Aquél que es alcanzado, aunque sea por un corto instante, por este amor, tiene la sensación de haber sido alcanzado por un rayo: recibe súbitamente algo tan sublime, que casi no puede soportarlo, pero es este amor el que a partir de ahora, a lo largo de toda su vida, le ilumina, le vivifica y le resucita. Incluso si hablamos en este caso de un enamoramiento, no hay nada de común entre ese estado de conciencia y lo que generalmente llamamos amor, que lo más frecuente no es más que una amalgama de sentimientos. El amor verdadero alcanza a todo nuestro ser.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta.  Imagen: el río Eresma, en Segovia (23 junio 2017)