«Nunca aceptéis este estado de bifurcación en el que dos pensamientos contrarios, dos deseos opuestos, os importunan y os dejan desamparados, trastornados. Para escapar de semejante desequilibrio, debéis crear la unidad en vuestro ser.

«Unidad» significa que todas las partes de la periferia se unen armoniosamente con el centro, con el fin de mantener el equilibrio necesario para la manifestación y la conservación de la vida. Esta unidad es la ley de la vida: átomos, moléculas, órganos, miembros, individuos, países, todos a diferentes niveles, deben converger hacia un centro, todos deben unirse al centro, e incluso aferrarse a él para no ser arrastrados por corrientes contrarias. En nosotros este centro puede ser denominado Dios, pero también puede ser un ideal muy elevado, una vocación. Aquél que se olvida de unirse con el centro con sus pensamientos, sus sentimientos y sus actos, crea una bifurcación que, aunque breve, acarrea desorden, oposiciones y rupturas.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos Cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Pico Mulleres al fondo, Valle de Benasque (Huesca), 31 mayo 2020 (cortesía de Carlos Bravo Suárez)