«Si la materia está viva, es porque está animada por el espíritu. Si estamos vivos, es porque nuestro cuerpo físico está animado por el espíritu. Así, estamos sometidos a una doble influencia: en tanto que el espíritu nos estimula, la materia tiende a paralizarnos, incluso a engullirnos. Es por ello que debemos siempre luchar. Aquél que no está iluminado, que no está vigilante, que se deja llevar por la inercia, se vuelve como un pantano cuyas aguas estancadas son invadidas por bichos y desprenden miasmas pestilentes.

Lo constatamos a diario: todos aquellos que se concentran en la materia, que se ponen al servicio de la materia, están amenazados por el estancamiento, la descomposición. Esforzaos pues en abrir las puertas al espíritu, dadle todas las posibilidades de manifestarse. Una vez le hayáis restituido su papel de rey, empezará a armonizarlo, a vivificarlo, a iluminarlo todo.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Navacerrada, Madrid, 20 marzo 2018, cortesía de Fermín Tamames