«Para el discípulo de la Ciencia iniciática, el sol no es solo un astro que brilla en el cielo: es también la inteligencia con su luz; es amor, un impulso hacia lo que es positivo, constructivo; y es la vida, la vida espiritual, la vida pura. Por tanto el sol implica toda una ciencia, y esta ciencia es la verdadera panacea universal. Por eso no basta con exponerse a la luz del sol físico: lo importante es comprender esos tres principios superiores que son el calor, la luz y la vida.

La panacea universal no es un brebaje creado por algún alquimista o mago. Para poseerla, hay que comprender y amar solo lo que es divino, sin introducir nunca impurezas en uno. Y el hombre no se nutre solo en el plano físico, sino también en el de los sentimientos y de los pensamientos. Es por ello que nuestras reglas de nutrición comprenden los tres planos: alimentarse de alimentos puros, pero también de sentimientos puros y de pensamientos puros… Las reglas de la nutrición afectan a la totalidad del ser humano.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos Cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Camino de Santiago, entre Nájera y Santo Domingo de la Calzada (cortesía de Maria Rodrigues)