“La primera tarea de un educador es despertar en los niños el sentido del mundo divino, con toda la jerarquía de criaturas espirituales que se elevan hasta el Trono de Dios. Si, lo esencial es dejar en el alma y el espíritu de la generación joven esa idea de que existe un mundo sublime al que debemos recurrir, no solo en las dificultades y en las pruebas, sino en todas las circunstancias de la vida cotidiana, con el fin de extraer de él fuerza, coraje, inspiración.
        
Pero no hay que creer, evidentemente, que esos jóvenes, instruidos en las verdades de la Ciencia iniciática, serán capaces de conocer y de alcanzar inmediatamente el mundo divino, no, pero en esa conexión que hayan aprendido a establecer con el Cielo, encontrarán siempre recursos espirituales. Llevarán dentro de ellos un mundo tan rico y poderoso que siempre podrán extraer fuerzas de él, y en condiciones en las que los demás se desanimarán, caerán, o se convertirán en víctimas o malhechores, ellos progresarán, mejorarán y se convertirán en modelos.”

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Corcubión, 10 junio 2022