«Desde hace millones de años, el sol ilumina y calienta la tierra, y lo hace sin inquietarse por saber quién se alegra por sus rayos y los contempla con gratitud, y quién continúa durmiendo en las camas. No se molesta ni se esfuerza por el hecho de que los humanos no hayan siquiera tomado consciencia de que le deben la vida; no le importa, y sigue brillando dándoles sus bendiciones.

Existen seres que, lo mismo que el sol, envían su luz y su amor a través del espacio, y tampoco ellos se preocupan por saber si las criaturas se benefician o no de ello. Se sienten felices, colmados, todo su placer consiste en distribuir sus riquezas en el universo entero. Han comprendido que la mayor felicidad es la que el sol está sintiendo y viviendo: la de brillar, iluminar y calentar.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Montserrat (Barcelona), cortesía de Aurora Candiotti