«¿Queréis atraer la benevolencia de las entidades celestiales para que favorezcan la realización de vuestros proyectos? Trabajad con la armonía.

Dondequiera que estén, las entidades luminosas se sienten atraídas por la atmósfera que saben crear todos aquellos que se reúnen para servir a una idea divina. Se dicen entre sí: «A diferencia de tantos otros humanos que sólo se unen para fulminarse, para enfrentarse contra enemigos reales o imaginarios, he aquí unos seres que han decidido trabajar juntos para preparar el Reino de Dios. Vayamos a visitarles, a ayudarles.» De cada instante de armonía que lográis crear se desprende un perfume, un perfume que quizá los humanos no perciben, pero que estas entidades sienten. E incluso las estrellas allá en el cielo, les sonríen y les envían mensajes de amor.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: atardecer en Villella, Antigüedad, Palencia, 18 marzo 2017 (cortesía de Marga Lamoca)