«La fe es el resultado de esfuerzos repetidos día tras día; es algo vivo que nosotros jamás debemos separar de nuestra vida diaria. Esto es lo que se necesita comprender para poder descifrar el sentido de las palabras de Jesús: «Si tuvierais la misma fe que un grano de mostaza, diríais a esta montaña: Muévete de aquí para allá, y la montaña se movería…»

Podemos mover una montaña, en efecto, pero siempre que no lo hagamos pensando que podemos hacerlo de una sola vez. Podemos transportar una montaña, pero desplazando una piedra tras otra. Cada piedra desplazada, es decir cada éxito, por mínimo que sea, aumenta nuestra fe, porque nos sentimos más sólidos, más fuertes, más dueños de las situaciones. Y mirando hacia atrás, valoramos el camino recorrido. Y entonces, puede ser que ya, a mitad del trabajo emprendido, nuestra fe esté tan reforzada que podamos transportar todo el resto de una sola vez.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: aledaños de O Couso, Lugo, 25 enero 2017 (cortesía de Javier León)