«La animadversión y el odio entre los humanos procede de que cuando se hallan frente a frente, nunca piensan que están en presencia de un espíritu, de una chispa que busca manifestarse y que, para ayudar a este espíritu que está ahí, merece la pena ser bueno, paciente, comprensivo y generoso. Teniendo en cuenta el modo en que están habituados a considerarse y lo que ven los unos de los otros cuando se encuentran, es inevitable que terminen por tener ganas de matarse entre sí.

E incluso los cristianos que, supuestamente han situado el amor al prójimo como base de su religión, ¿no continúan acaso viviendo en las hostilidades y los enfrentamientos?… Sí. Y ¿por qué? Precisamente, porque siempre se detienen en las manifestaciones inferiores de los seres. Si pensaran que existe en ellos un alma y un espíritu con el que pueden entrar en relación, se sentirían obligados a comportarse de una manera diferente.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: entre Olveiroa y CEE, Camino de Finisterre,  17 marzo 2017 (cortesía de Koldo Aldai)