«Cuando os aconsejo: “No descendáis, quedaos en las alturas”, debéis comprenderme. Alguien dirá: “Claro, permanezco muy arriba: nunca tiendo la mano, no ayudo a nadie, conservo mi prestigio y mi dignidad”. No, no es así: para mí “quedarse en las alturas” significa no dejar nunca de ser noble, justo y generoso. Es a esta altura a la que me refiero: la de la nobleza y la de la luz que hay en vosotros.
En el plano físico, siempre nos vemos obligados a subir y descender. Pero en el plano interior, siempre podemos evitar descender, es decir, dejarnos llevar por tendencias inferiores, participar en empresas ilícitas o innobles. Jamás toméis como modelo a esas personas altaneras, inaccesibles y duras, que no quieren rebajarse a tender la mano: tomad más bien como ejemplo al sol: desciende hasta nosotros, nos calienta, nos ilumina, nos envía sus mensajes, su alma, su amor, nos da la vida, pero él permanece eternamente en las alturas.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: excursión aForatarruego (Huesca), 13 marzo 2021, cortesía de Carlos Bravo Suárez