«Durante las meditaciones, adoptad la costumbre de concentraros en la luz divina a fin de atraerla y de introducirla en vosotros: poco a poco ella reemplazará a todos los elementos gastados, envejecidos, manchados, por nuevas partículas de la mayor pureza. Y una vez que poseáis esta luz, deberéis entonces ejercitaros a enviarla al mundo entero para ayudar a los humanos.

Con el pretexto de que no tienen dones, ni cualidades extraordinarias, muchos se creen justificados para dejarse llevar por una vida egoísta y mediocre. No, nadie puede justificarse de esta manera. Incluso el ser más despojado, el más desprovisto en todos los aspectos, puede hacer este trabajo con la luz, y al hacerlo, realiza algo más importante y más útil que todo lo que puede ser realizado por las personas más capaces en todos los demás terrenos. Incluso el ser más desheredado tiene la posibilidad de adquirir este estado de consciencia superior: trabajar para atraer la luz y enviarla a todos sus hermanos humanos.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: book of Wisdom (1924), Nicholas Roerich