«No sabéis hasta qué punto vuestra vida puede convertirse en extraordinariamente rica y llena; pero con una condición: que aprendáis a abriros, a dar, a ser más fraternales, más generosos. ¿Por qué siempre esperáis que sean los demás los que den el primer paso, que os saluden, que os sonrían? ¡No esperéis más! A partir de hoy, os corresponde a vosotros proyectar cada vez más luz y amor, a inundar con vuestras emanaciones la atmósfera de vuestro alrededor. Incluso las piedras de los caminos se estremecerán a vuestro paso, y todos aquellos que se acerquen a vosotros sentirán que una vibración desconocida se comunica con ellos.

El hombre es capaz de animar y de espiritualizar la materia, y no solo la materia de sus propias células, sino de toda la naturaleza a su alrededor, incluso las piedras. Y llegará un día en que habrá aprendido a extraer de su corazón y de su alma, partículas de luz y amor.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: amapolas en Menorca, 30 abril 2018, cortesía de Cristina García Orcoyen