«Un templo es en primer lugar una construcción que aislamos del espacio profano para convertir en un lugar sagrado, un santuario de la Divinidad. Está bien construir tales lugares: templos, iglesias, sinagogas o cualquier otro lugar de culto, para que los humanos, abandonando sus preocupaciones cotidianas, prosaicas, puedan en ellos hacerse conscientes de que su alma y su espíritu recibirán ahí un alimento. La atmósfera de recogimiento creada por todos los asistentes, incluso por todas las personas que vinieron antes que ellos a recogerse, orar y cantar en ese templo, atrae a las entidades celestiales, y cada uno se marcha después regenerado, purificado, iluminado, calmado.

Pero ese espacio sagrado, debemos ante todo construirlo en nosotros con el fin de acoger a la Divinidad. El poder de una oración no depende del lugar donde se pronuncia. Si vuestro santuario interior está abandonado, vuestras oraciones no serán escuchadas. Pero si mediante pensamientos, sentimientos y actos inspirados por la sabiduría y el amor, habéis purificado e iluminado vuestro santuario, dondequiera que estéis vuestra voz subirá hasta el Cielo.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: campo en Toledo, 2 mayo 2019 (cortesía de Carchín Oriol)