«Cuando recibimos la palabra de un sabio, de un Maestro espiritual, debemos considerarla como una semilla que hay que plantar. Una vez que la hemos plantado en nuestra tierra espiritual, podemos observar su crecimiento y sentimos una vida nueva nacer y desarrollarse en nosotros.

Si la religión no es para muchos creyentes más que una práctica vacía de contenido, es porque no saben trabajar con las palabras de verdad que les presenta. Pero que siembren esas palabras en su tierra interior como sembramos semillas y, que las cuiden cada día, que las vigilen, las rieguen, las calienten. Que arranquen todas las malas hierbas que amenacen con asfixiarlas, que las liberen de los bichos que se preparan para comérselas, es decir, que impidan que los pensamientos y los sentimientos inspirados por su naturaleza inferior las ataquen: sentirán entonces una nueva vida crecer y desarrollarse en ellos.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Camino de Santiago de Madrid, entre Villalón de Campos y Sahagún, 18 de mayo de 2019