«Las montañas son unas inmensas antenas que ponen la tierra en comunicación con el cielo: hacen de unión entre la tierra y el cielo, y por esto el agua que desciende de las altas montañas está impregnada con los fluidos del cielo.

A través de sus cimas las montañas captan las fuerzas y las energías celestiales que se manifiestan en forma de grandes torbellinos, ondas poderosas y luminosas. Debido a la presencia de estas corrientes de energías, los espíritus de la naturaleza, espíritus muy evolucionados, visitan a menudo las cimas de las montañas: se bañan en estos efluvios para reforzarse y regenerarse, y luego se van para hacer su trabajo a través del mundo.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos Cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: valle de Yunguilla (Ecuador), 28 mayo 2020 (cortesía de Marthita Merchán)