«El ser humano es un espíritu que ha descendido a la tierra entrando en envolturas sucesivas cada vez más densas, a las que la Ciencia iniciática denomina cuerpos. Comenzando por el más sutil, estos son el cuerpo átmico, el cuerpo búdico, el cuerpo causal, el cuerpo mental, el cuerpo astral y el cuerpo físico.  El cuerpo físico es pues la última envoltura y la más densa. Al descender a la materia, el espíritu se ha limitado cada vez más, pero es él quien ha aceptado estos límites. Si en el descenso el hombre hubiera sabido mantener el vínculo con las regiones superiores, no se sentiría tan desvalido, aplastado por la materia. Se queja que las condiciones materiales dominan la situación; es cierto, pero lo es porque no ha sabido mantener en sí mismo la supremacía del espíritu. Cuando emprenda un trabajo en sí mismo, se dará cuenta que su espíritu, su alma, su pensamiento y su voluntad, pueden mejorar todas las condiciones de su vida, y progresivamente volverá a hallar sus poderes originales.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos Cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: calle en Santaliestra y San Quílez (Huesca), 26 mayo 2020 (cortesía de Carlos Bravo Suárez)