«Durante el verano, que es el período en el que el sol proporciona más luz y calor, nos vestimos ligeramente. Por el contrario, en invierno, cuando hay poco sol, todo está más oscuro, hace más frío y debemos ponernos más ropa.

Estos fenómenos de la naturaleza tienen correspondencias con la vida psíquica. Cuanto más nos alejamos del sol divino, de la fuente de calor y de luz, es decir del amor y de la sabiduría, más frío sentimos, y entonces nos vemos obligados a cubrirnos con toda clase de ropajes para compensar o enmascarar nuestro infortunio. Al contrario, cuando mediante una vida pura y luminosa comenzamos a aproximarnos a la Fuente divina, abandonamos todas las densidades inútiles. El verano y el invierno: debemos interpretar estas estaciones de la vida psíquica para aprender cómo vivirlas.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: amanecer entre Valdesalor y Cáceres, Vía de la Plata, Camino de Santiago, 4 noviembre 2021 (cortesía de Fuego Camina Conmigo)