«Desde el momento en que sentís una inquietud, una dificultad, reaccionad, impedid que vuestro pensamiento siga esta pendiente peligrosa, atrapadlo y obligarle a volver hacia esa región de luz y de paz en vosotros que está al abrigo de todas las tribulaciones. Si no sois vigilantes, no sabéis hasta dónde puede llevaros un movimiento de cólera, de miedo, de odio y de desánimo.

Observad al trapecista o al equilibrista: ¡Con qué facilidad se mantiene suspendido libremente en el aire! Pero para llegar, ¡cuánto trabajo! Posee esta libertad de movimiento porque ha aprendido a no dejase distraer por elementos extraños, que le harían perder su concentración y le harían caer al suelo. Por lo tanto, vosotros también, para manteneros en las alturas, debéis tener vuestra conciencia al abrigo de las perturbaciones. A la menor alerta, aseguraros bien de que vuestro pensamiento no se aleja de las regiones de la luz y del silencio interior.»

Omraam Mikhäel Aïvanhov,  Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Cerca de Osla, Uttarsakhand, India, noviembre 2017 (cortesía de Violeta Arribas)