«Los humanos deben dejar de pensar en Dios como un Ser exterior a ellos. Deben incluso dejar de imaginarse que está en algún lugar en lo alto, en los cielos, en tanto que ellos están aquí, en la tierra, separados de Él por distancias inconmensurables, lo que les justifica, creen, de cometer tantos errores. Puesto que Dios les ha creado, está en ellos como el padre y la madre están dentro del hijo al que han dado nacimiento. Del mismo modo que llevamos en nosotros a nuestro padre y a nuestra madre terrestres, con mucha más razón llevamos en nosotros a nuestro Padre y nuestra Madre celestiales. Muchos dirán que no los sienten. Es simplemente que no los buscan.

Si mediante la meditación y la oración os esforzáis por entrar profundamente en vosotros mismos, descubriréis esa presencia. También comprenderéis que no existe nada más importante que trabajar para volverla más y más viva en vosotros. Empezaréis a leer esa presencia como una escritura grabada en vuestro corazón y, al mismo tiempo que os protegerá, esta escritura viva os conducirá por los caminos de la luz.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), «Pensamientos cotidianos», Editorial Prosveta. Imagen: en los aledaños de la Sierra de Gredos, noviembre 2019 (cortesía de Violeta Arribas)