«Es probable que en alguna ocasión, sin razón alguna, hayáis sentido una alegría repentina, una sensación de ligereza, de dilatación. Es simplemente que unas entidades luminosas vinieron a visitaros. Esto no lo sabíais… Pero puesto que ahora ya lo sabéis, cuando esto vuelva a ocurrir, tratad de acoger bien a estas entidades, y dadles las gracias mostrándoles que apreciáis lo que hacen por vosotros. Si sois negligentes o ingratos, no volverán más, y por mucho que os esforcéis en volver a sentir esos estados de gracia, no lo lograréis, porque no depende de vosotros.

Asimismo poseéis también unos dones, unos talentos, unas virtudes: son amigos del mundo invisible que se han instalado en vosotros para ayudaros a trabajar. Tomad conciencia de ello, porque de lo contrario, el día en que empecéis a enorgulleceros de vuestros éxitos como si el mérito fuera sólo vuestro, estos amigos de una manera o de otra se alejarán de vosotros y perderéis este talento o esta virtud. ¡Cuánta gente ha perdido sus talentos a causa de su orgullo, de su suficiencia! Y otros, por el contrario, gracias a su humildad, han atraído cualidades o las han ampliado.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen:  Monte El Turbón (2.492 metros), Pirineo de Huesca, 1 noviembre 2020, cortesía de Carlos Bravo Suárez