«Los rostros de los humanos no cesan de reflejar los desórdenes, los trastornos y los sufrimientos que están padeciendo. ¿Por qué? Porque se aferran a conceptos demasiado limitados, y entonces su existencia se llena de mezquindad, de divisiones, de discusiones y de vejaciones inspiradas por su naturaleza inferior. Su naturaleza inferior es el origen de todos estos tormentos que vemos inscritos en su rostro, pero en vez de amordazarla, dejan que se exprese, la escuchan y obedecen a sus sugestiones. ¿Cuándo comprenderán que les aporta la muerte, y que para estar vivos deben sacrificarla?
Sacrificar su naturaleza inferior, es exactamente lo mismo que traer madera para alimentar el fuego. En efecto, cada vez que rehusáis dejaros influenciar por vuestra naturaleza inferior, que no cesa de empujaros a los enfrentamientos, a la cólera, a la rebeldía y a la venganza, alimentáis en vosotros el fuego del espíritu y os volvéis más vivos, y esta vida termina incluso reflejándose como una luz en vuestro rostro.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Paisaje en Islandia, julio de 2018 (cortesía de Marta Ciria)