«Largo y difícil es el camino de aquel que se compromete en la vida espiritual, pero su trabajo puede ser resumido en algunas palabras: en vez de dejar que su naturaleza inferior, instintiva y animal le domine para someterle y arrojarlo sin cesar del Paraíso, trabaja para que el espíritu tome la palabra, para someterse a las leyes del espíritu, con el fin de que los poderes de la eternidad vengan a reinar en él.

El espiritualista trabaja para introducir en su existencia cotidiana elementos sutiles, quintaesencias que posee en la parte más elevada de su ser. Con sus pensamientos, sus sentimientos, su fe y sus esfuerzos, mantiene la chispa divina oculta en él; añade al transcurrir ordinario de los acontecimientos algo que brota, que irradia, y donde se manifiesta la presencia del mundo divino.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Árbol en Lugo, 6 noviembre 2021