«¿Qué podéis añadir a un recipiente que ya está lleno? Nada. Para verter un nuevo contenido, primero hay que vaciarlo. Lo mismo sucede con el ser humano: si no se vacía de sus defectos y de sus malos hábitos, ¿cómo podría instalarse en él las virtudes y las cualidades divinas? Este es el sentido de renuncia: renunciar es vaciarse, desembarazarse de ciertos elementos perjudiciales para sí mismo y para los demás, para introducir en su lugar otros elementos más puros, más luminosos.
Aquellos que han comprendido el sentido de la renuncia, se esfuerzan en crear ellos mismos este vacío indispensable para que las cualidades divinas vengan a introducirse en ellos. Que dejen de pensar que renunciando a ciertos placeres serán desgraciados. No, al contrario, porque estos placeres minúsculos serán reemplazados por placeres mucho mayores y de mejor calidad.»
Omraam Mikhäel Aïvanhov, Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: gaviota en Manzanares el Real (Madrid), 5 noviembre 2017 (cortesía de David Caballero)