«En un momento u otro de su vida, toda persona pasa por la terrible experiencia de la soledad. En ese vacío, en esas tinieblas, no sabe dónde está ni adónde va… Incluso Jesús, sobre la cruz, atravesó ese desierto oscuro del alma, y está escrito: «Dios mío ¿por qué me has abandonado?» Todos los humanos, incluso los más grandes Iniciados, conocen un día ese sufrimiento indescriptible. ¿Por qué? Porque es una experiencia necesaria para acercarse a lo esencial. No comprendemos las verdades del alma y del espíritu cuando uno se siente feliz, satisfecho y rodeado de amigos, sino cuando uno se siente solo y abandonado.

En realidad, nadie es abandonado. Incluso cuando debe atravesar las pruebas más terribles, cada uno está rodeado de espíritus y de entidades que le hablan y velan por él. La soledad no existe, no es más que un estado de consciencia pasajero, y para superarlo lo más rápidamente posible, no hay otro modo que elevarse hasta Aquél que sostiene todos los mundos.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Central Park, Nueva York, 3 de noviembre de 2018