«Los humanos, cuando deben pasar por pruebas, cuando sufren, entonces es cuando más se cuestionan sobre Dios, su existencia, su voluntad; pero sobre todo se preguntan si les vendrá a socorrer… Y muchos se quejan de no recibir ni respuesta ni socorro. ¿Por qué? Porque se hacen estas preguntas como si Dios fuera un ser completamente exterior a ellos. Cuando comprendan que Dios habita en ellos, cuando estén sufriendo todas sus pruebas, persistirán en unirse a Él, y sentirán como Él les dirige, les instruye y les apoya.
Aquél que sufre a menudo se siente muy solo, abandonado por todos. Entonces, ¿por qué debe perder además, por descuido y por ignorancia, la única ayuda, el único consuelo verdadero que puede recibir? Esta ayuda, este consuelo, se hallan en la presencia de Dios en él. Y cuando reza, no sólo se está dirigiendo al Creador del cielo y de la tierra, a este Ser tan alejado de él que no logra ni siquiera imaginarlo, sino a una fuerza que le habita, y con la que jamás debe perder el contacto.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Ribera del Río Carrión, Palencia, 15 noviembre 2016 (cortesía de Marga Lamoca)