«El Iniciado trabaja durante mucho tiempo en hacer de su cuerpo la morada de la luz. Y entonces, como el sol que proyecta sus rayos al espacio, mediante sus vibraciones, sus emanaciones, sus miradas, sus palabras y sus gestos, proyecta luz a su alrededor. Aunque no lo quiera ni sea consciente de ello, este resplandor natural, espontáneo, que es el de su ser profundo, abraza todas las criaturas: buenas o malas, éstas reciben tanto como son capaces.

En sus cuadros, algunos pintores representaron a Cristo rodeado de rayos, lo que significa que con su conciencia, está presente y actúa en todas las regiones del universo. Cristo, principio cósmico, proyecta su luz por todas partes y totalmente. No deja ningún lugar en la oscuridad.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Casa de Campo, Madrid, 9 octubre 2021