«Individualmente, aisladamente, los hombres son débiles y sin poder. Su poder está basado en la unidad, en la armonía. Por esto, tan a menudo como podáis, pensad en esta familia universal que debéis formar a pesar de vuestras diferencias de carácter, de temperamento, de grado evolutivo, de medio social, de actividad… Dejad de lado todos estos detalles que no tienen ninguna importancia, ni representan papel alguno en la vida espiritual. Reforzad en vuestros corazones la convicción de que, a pesar de incluso vuestras divergencias, todos sois miembros de esta fraternidad universal cuyo origen no está en la tierra sino en el mundo divino. Cualquier empresa sólo podrá dar verdaderos resultados benéficos si los humanos toman conciencia de que actúan no como individuos separados, sino como miembros de un cuerpo colectivo cuya cabeza está en lo alto.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta.  Imagen: Río Carrión a su paso por Palencia, 20 octubre 2016 (cortesía de Marga Lamoca)