«No creáis que podréis acceder al mundo divino si no trabajáis para poneros en armonía con él, pues entonces, en el momento en que os presentéis en la frontera, seréis detenidos por un aduanero que os dirá: “¿Qué llevas en las maletas? Es decir, ¿qué tienes en la cabeza? ¿Pero si son pensamientos horribles? Solo veo cálculos, trucos, críticas. Y ahora, muestra tu corazón. Oh aquí, ¿qué es este egoísmo, estos celos? Y veamos tu voluntad. Pero no es mejor: esta debilidad, esta pereza… Pues bien, no puedes pasar así”.

Sí, igual que hay países que no aceptan la entrada de ciertos productos, de ciertos objetos, el Reino de Dios es también un país donde no se aceptan las debilidades, los malos pensamientos, los malos sentimientos. O bien os deshacéis de ellos, o no entráis. Solo quien cumple las condiciones está autorizado para entrar en el Reino de Dios.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: vista del macizo de Cotiella (2.912 m, Huesca), 1 octubre 2021, cortesía de Carlos Bravo Suárez