«¡Cuánta gente se lamenta porque no consigue encontrar el sentido de su vida! No saben que solo el mundo espiritual puede darles el sentido de la vida; y solo se lo da a aquellos que, durante muchos años, se esfuerzan para elevarse hasta él.

Dar un sentido a su vida es la recompensa de un trabajo interior, paciente, incesante, que el hombre se ha propuesto realizar sobre él mismo. Cuando ha alcanzado cierto estado de consciencia, recibe un elemento precioso, como una gota de luz, una quintaesencia que impregna toda la materia de su ser. A partir de ese momento, su vida toma una dimensión y una intensidad nuevas, los acontecimientos se le aparecen bajo una nueva claridad, como si le fuera dado conocer la verdadera razón de todas las cosas. E incluso la muerte ya no le asusta, porque esta partícula que ha recibido del Cielo, le descubre un mundo donde ya no hay ni peligros ni tinieblas, y siente que ya camina por el camino infinito de la luz.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Camino a Finisterre, entre Santiago y Negreira, 28 junio 2018