«Cuando vuestra alma abandona el cuerpo durante el sueño, no permanece inactiva: viaja, contempla la inmensidad, entra en comunión con los espíritus celestiales, se refuerza en el conocimiento del amor, de la sabiduría y de la verdad. Cuando regresa, trae consigo el recuerdo de todas estas riquezas que trata de grabar en el cerebro. E incluso aunque no seáis inmediatamente conscientes de ello, como todas esas grandes verdades dejan en vosotros una huella etérica, un día u otro terminan apareciendo en vuestra conciencia.
Por esto sucede que, de repente, recibís una inspiración, una revelación. De pronto, surge un instante propicio en el que vuestro cerebro se encontraba en buena disposición, y una verdad que llevabais en vosotros desde hace mucho tiempo, surgió. Para que estas experiencias sean cada vez más frecuentes, debéis imponeros una gran disciplina de vida. Desde el momento en que, por un trabajo de purificación desarrolléis vuestra sensibilidad al mundo divino, vuestro cerebro registrará más fácilmente las revelaciones que habéis recibido durante el sueño.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Camino de Santiago portugués, el Río Miño, entre Valença y Tui, 22 junio 2018