«Cuando un estudiante aprueba en sus exámenes, recibe un diploma que le abre ciertas puertas: puede continuar sus estudios, encontrar trabajo, etc. Del mismo modo, cuando logramos superar con éxito las pruebas de la vida, recibimos un diploma que nos da mayores posibilidades y más seguridad para continuar avanzando.
Diréis: «Pero ¿qué diploma es ese?» En cualquier caso, no es un papel, como los diplomas de las universidades que pueden perderse o destruirse. Éste es una especie de sello que la naturaleza, las entidades luminosas del mundo invisible imprimen en nuestro rostro, en todo nuestro cuerpo, y esta marca es tan profunda que nada ni nadie nos la pueden quitar. Y entonces, incluso los espíritus de los cuatro elementos que saben leer esta clase de diploma nos reconocen. A través del espacio, dondequiera que vayamos, son capaces de percibirlo y para ellos es la señal de que deben acogernos, protegernos y ayudarnos.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Río Bidasoa, entre Hendaya e Irún, 27 de agosto de 2017