«Todo hombre es un representante del Padre Celestial, del Espíritu cósmico; y toda mujer es una representante de la Madre Divina, del Alma universal. Sí, todos los seres, hombres o mujeres que os rodean, representan un principio divino, el principio masculino o el principio femenino. Así pues, cualesquiera que sean sus lagunas y sus imperfecciones, envolvedlas con luz y amor, observadlas bajo la luz y el amor: con este modo de considerarlas, actuaréis sobre ellas, y a través de ellas recibiréis, en compensación, el amor y la luz.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: vista del Turbón (Huesca), 15 septiembre 2021, cortesía de Carlos Bravo Suárez