«Quizá no tengáis tiempo para rezar y meditar, pero cada día os veis obligados a consagrar al menos una hora para alimentaros. Entonces, ¿por qué no aprovechar este tiempo de las comidas para libraros de las preocupaciones y de la agitación del ambiente? Éste es el momento de acordaros de que también tenéis un alma y un espíritu que alimentar, y de enviar al Señor un pensamiento de gratitud por lo que os da a través de este alimento. Porque, ¿qué es el alimento? Una carta de amor, sí, una carta de amor escrita por el Creador, y muchas cosas dependen de la forma en la que leamos esta carta. Aquél que se muestre negligente con ella, no obtendrá ningún beneficio.

Cuando recibís una carta de una persona que queréis mucho, la leéis y la releéis con atención para percibir y apreciar todos sus matices: os parece que cada palabra contiene todo un mundo de significados por descubrir. Procurad dar la misma consideración a la carta de amor del Creador. Esta carta es la más poderosa, la más elocuente, puesto que en ella está escrito: «Tomad, ¡os aporto la vida!»»

Omraam Mikhäel Aïvanhov,  Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: playa de Hendaya, 30 de agosto de 2016