“Poned atención en cada palabra que pronunciéis, porque siempre hay en la naturaleza uno de los cuatro elementos, la tierra, el agua, el aire o el fuego, que espera el momento para poder revestir con materia todo lo que expresáis. La realización a menudo se produce muy lejos de la persona que ha puesto las semillas, pero se produce infaliblemente. Así como el viento transporta las semillas y las siembra a lo lejos, vuestras palabras vuelan y producirán en algún lugar del espacio resultados buenos o malos.

Acostumbraros pues a hablar con amor a las flores, a los pájaros, a los arboles, a los animales y a los seres humanos, pues es una costumbre divina. Aquél que sabe pronunciar palabras que reconfortan, vivifican, inspiran y encienden el fuego sagrado, posee una varita mágica en su boca.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta.  Imagen: cielo en Palencia, 21 de septiembre de 2017 de 2017 (cortesía de Marga Lamoca)