«El desaliento que en ocasiones experimentamos, es una señal de que el lazo que debe existir entre nuestras dos naturalezas, terrestre y celestial, se ha roto en nosotros. La naturaleza terrestre es como una materia que la naturaleza celestial debe vivificar e iluminar sin cesar. La naturaleza terrestre nos arrastra hacia abajo, mientras que la naturaleza celestial nos conduce hacia las alturas. Es por ello que, en el momento en el cual la naturaleza terrestre consigue escapar del poder de la naturaleza celestial, se produce en nosotros una caída, un colapso.

Para mantener o restablecer el lazo entre nuestras dos naturalezas, debemos, como los alquimistas, aprender a trabajar con el fuego. Es el fuego, el fuego sagrado del amor divino que une nuestra naturaleza inferior con nuestra naturaleza superior, a condición de que nunca dejemos de soplar sobre él. «

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Camino de Santiago portugués, el Río Miño, entre Valença y Tui, 22 junio  2018