«Cada casa, cada edificio está coronado con un tejado. En el idioma eterno de los símbolos, el tejado representa el mundo del espíritu, y cada cual debe ponerse bajo la inspiración del espíritu para no dejarse ganar por el desorden y la confusión. Cuando los conflictos estallen alrededor vuestro o en vosotros mismos, esforzaos en subir a vuestro tejado y manteneros en él; es decir, reflexionad, razonad, uniros al mundo divino, con el fin de encontrar la paz y la luz. Entonces lo veréis claro y sabréis qué decisiones tomar.
Cualesquiera que sean los peligros físicos o psíquicos a los que podemos estar expuestos, si subimos al tejado, si nos proyectamos al mundo espiritual, tendremos mayores posibilidades de encontrar las soluciones para actuar eficazmente en la materia. La materia, por su parte, nunca nos asegura completamente la salvación. Las buenas condiciones materiales tienen su utilidad, pero incluso las más favorables no nos ponen definitivamente al abrigo. Y eso va incluso más lejos, porque si no recurrimos al espíritu para descubrir la mejor manera de utilizar las condiciones materiales favorables, éstas pueden volverse contra nosotros.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Camino del Salvador, entre Poladura de la Tercia y Pajares, septiembre de 2019 (cortesía de Judit Karancsiné)